miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cuentan que fuiste una estrella fuerte

Tal vez una que por lejana de algunos fueras algo imperceptible, pero aún así mantenías fuerza constante y calor enternecedor. Cuentan que sólo aparecías a los ojos del mundo cuando menos se esperaba, resplandeciendo a manos llenas, enseñando tu valor, haciendo sentir que todo se podía con un poquito de amor y esfuerzo, que todo era posible solo si así lo creías. Y cuando llegabas, lo hacías para quedarte. Sin condiciones, sin ambiciones, con mucho cariño, con la más contagiosa de las sonrisas.

Sin embargo para mí tu eras un mago, un encantador de sueños, un cuentacuentos capaz de transformar la realidad en un mundo de colores con unas pocas pinceladas de cariño que valían por mil soles. Un mago lleno de curiosidad, humor y vitalismo desbordante que quería comerse el mundo, y que yo sabía que podría. Un ser especial que donde quiera que pisaba dejaba amigos pues sembraba amistad en todo aquel que estrechara su mano. Un mago cuyo poder era regalar alegrías, ánimos, esperanzas, risas. El amor a lo que hacías tú y a lo que hacían otros.

Antes del amanecer la vida nos sacudió de pronto. Volvió del revés nuestro mundo con un impacto certero. Reconvirtió nuestros sueños en granitos de arena, la ilusión demudó a mentiras entre dientes, la inocencia en arañazos sobre los huesos, las lágrimas en mares que nos ahogaron por dentro, y las ganas... en un puñado de restos guardados sobre la mesa de sala con una vela de fondo. La oscuridad nos cegó en un instante. No hubo principio ni fin para el dolor.

Hoy estamos más vacíos… más solos, más tristes.



Pero aunque no lo veamos... ni la estrella ha muerto ni el mago ha dejado de poder volar.

¿No es así Jomarf?

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